Los carteles ya no rezan a nadie.
Y lo que duele el interior de la boca
con todo el amor ahí centrifugando
cuando no puede salir.
Con todas las ganas, apretándolas hacia dentro.
Si no vas a quedarte, para qué.
y a mí me guste más quitarte,
la sonrisa de niña buena a punto de hacer cosas malas,
los zapatos de baile
y echa a volar como sólo tú sabes.
que quiero verte el otoño incrustado
en las pupilas.
Y bájate los miedos para saltar en ellos
como si fueran charcos.
quién eres sólo se ve por dentro.
Déjame llamarte por tu nombre y por la espalda.
Acurrucarme entre tus piernas al refugio de tristeza.
Y cogerte de la mano para caernos juntos
y tocar fondo,
techo y alma.
que no solo estás preciosa cuando te enfadas,
sino también cuando no finges hacerlo.
pero pienso perfilarte la boca a besos.
E incendiarte las mejillas susurrándote al oído
que el último que se quite la ropa... pierde.
a pesar de que nos muramos de sueños.
En mi cama hay sitio suficiente para tu corazón y el mío,
que ya es el mismo.
te pido que te quedes.
No te espero en el andén,
viajo contigo.
No cuento el tiempo que nos queda,
me quedo el tiempo que haga falta.
No te digo que te quiero,
te lo hago.
Si me lo pides, te hablo de París, Hamburgo o Barcelona
sin ni si quiera salir de debajo de las mantas.
Te escribo algo sobre tu espalda que cuente una historia
con mi lengua.
Te como la boca y te beso los dientes a deshora,
como intentando hacer que pase el tiempo
para que te quedes cinco minutos más.
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